Cuando pensamos en embutidos siempre nos imaginamos chorizo, salchichón, lomo… pero hay muchos más. Uno de los embutidos menos conocidos es el morcón, el cual destaca por su textura.
Este embutido es muy parecido al chorizo, la gran diferencia es su elaboración a la hora del picado y adobado.
El morcón utiliza apara su elaboración trozos muchos más grandes de carne magra que los del chorizo las cuales son seleccionadas y provienen de la parte del cabecero de cerdo ibérico.
Esta carne también es mucho más blanda que la del chorizo y a veces, se usan trozos de paletilla.
Además, a la hora de elaborarlo se emplea ajo, sal y pimentón, de ahí su color rojizo.
Para que los ingredientes fusionen mejor sus sabores nosotros esperamos unos días para que la carne adobada macere.
A la hora de embutirlo se utiliza una tripa natural proveniente del apéndice del intestino grueso del cerdo, que tiene un grosor mayor que la del chorizo y una forma más abultada e irregular.
El morcón se tiene que dejar curar de manera natural, al menos durante tres meses.
La dificultad se deriva de que es un producto muy ancho, carnoso y grueso y puede tardar más en curarse por lo que hay que tener más cuidado para que la pieza alcance su punto exacto de curación y mantenga su textura que parece que se desmigaja en nuestro paladar.
Para poder consumirlo en perfecto estado y mantener su intensidad deberemos conservarlo a temperatura ambiente y una vez abierto refrigerarlo.
Este producto nos aporta beneficios a nuestra salud, es un alimento bajo en carbohidratos y azúcares, alto en proteínas y con mayor porcentaje de grasas insaturadas.
Puede ser consumido en una tapa, a modo de loncheado, maridándolo con nuestro pan favorito.
Aunque también puede ser ingrediente perfecto para pizzas, tortillas, arroces... Sobre todo con recetas suaves y dejando que el aporte su intenso sabor.
¿Te apetece una receta con este producto?
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